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Los feminismos desde el arte


Oaxaca se convirtió en el segundo estado que permite la interrupción del embarazo, por voluntad de la mujer, durante las 12 primeras semanas de gestación, el pasado septiembre en México. El mismo estado donde, entre 2007 y 2016, cinco mujeres fueron denunciadas, siete enfrentaron juicios penales y tres más fueron sentenciadas por aborto, de acuerdo con datos de GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida), que dirige Regina Tamés, una de las feministas y abogadas que lleva tiempo luchando para detener la criminalización de las mujeres y que porta con orgullo el pañuelo verde.

Tamés ve muy simbólico que sea Oaxaca el segundo estado en permitir el aborto. “Pero también me parece que es tarde. Son casi 13 años desde que pasó en la CDMX y demuestra que es una lucha bastante larga”, confiesa en entrevista.

En un principio, Tamés se mostró escéptica. Pensó que el proceso legislativo en Oaxaca sería igual de fallido como lo ha vivido en otros estados, como Puebla, y todavía hace dos años le ponían letreros afuera de sus oficinas con el mensaje de “asesinas”. “Hay siempre una frustración en este trabajo, pero también hay motivos de alegría. A veces se avanza en cierta legislación, y otras se dan dos pasitos para atrás”.

Una de las frustraciones más grandes para la presidenta de GIRE es ver que el presidente López Obrador se mantiene omiso ante la despenalización del aborto a nivel nacional. “¿Cómo entender que un gobierno de izquierda que quiere la paridad, que reconoce la importancia de los derechos de la mitad de la población, que quiere que seamos ciudadanas plenas, en ejercicio de nuestros derechos en una democracia, no nos tenga confianza de tomar decisiones tan íntimas como querer un embarazo o no?”, cuestiona Tamés. Le parece una hipocresía ver cómo el Estado, que se supone que debe proporcionar opciones, tampoco les garantice los servicios de salud a las mujeres que sí quieren un embarazo.

En los últimos años, ha observado la creación de una red de apoyo a través de activistas y defensoras de derechos humanos frente a los grupos conservadores que ella denomina como antiderechos. “Hoy me queda clarísimo que la lucha por la justicia social está interconectada. No importa si luchas por las mujeres, la tierra, o el medio ambiente o la no tortura sexual. Me parece que no debemos estar fraccionados”, dice.

Tamés considera importante contrarrestar la narrativa de los antiderechos desde el ejercicio de los feminismos —que es más democrático, de diálogo y con diversas posturas—. Para ella, contar con liderazgos de mujeres feministas, genera un entendimiento distinto de cómo tejer estrategias, de cómo diseñar política pública desde una experiencia feminista.

“No solo es un tema de cuotas. También tiene que ver con quiénes ocupan esos espacios y traer conocimiento feminista sin importar si eres radical o institucional; estar hace la diferencia y es necesario. Yo no vería ningún diseño de estrategias sin ese conocimiento, me parece fundamental”.

Para Regina, que cada vez más haya feministas metidas en el gobierno, en la academia y en el activismo sí se nota.

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